viernes, 19 de diciembre de 2014

El mono y el titiretero



El fidedigno padre Valdecebro que en discurrir historias de animales se calento el cerebro, pintandolos con pelos y señales; que en estilo encumbrado y elocuente del unicornio cuenta maravillas y el ave fenix cree a pie juntillas (no tengo bien presente si en el libro octavo o nono) refiere el caso de un famoso mono.

Este, pues, que era diestro en mil habilidades y servia a un gran titiretero, quiso un dia mientras estaba ausente su maestro convidar diferentes animales de aquellos mas amigos, de todas sus monadas principales empezo por hacer la mortecina; despues bailo en la cuerda a la arlequina con el salto mortal y la campana, luego el despeñadero, la espatarra vueltas de carnero y al fin el ejercicio a la prusiana. De estas y otras gracias hizo alarde; mas lo mejor faltaba todavia, pues imitando lo que su amo hacia, ofrecerles penso porque la tarde completa fuese y la funcion amena, de la linterna magica una escena.

Luego que la atencion del auditorio con un preparatorio exordio concilio segun es uso, detras de aquella maquina se puso; y durante el manejo de los vidrios pintados, faciles de mover a todos lados, las diversas figuras iban explicando con locuaz despejo. Estaba el cuarto a obscuras cual se requiere en casos semejantes y aunque los circunstantes observaban atentos ninguno podia ver los portentos que con tanta parola y grave tono les anunciaba el ingenioso mono.

Todos se confundian sospechando que aquello era burlarse de la gente. Estaba el mono ya corrido, cuando entro maese Pedro de repente e informado del lance entre severo y risueño le dijo:

- Majadero, de que te sirve tu charla sempiterna si tienes apagada la linterna?.

Perdonanme sutiles y altas musas, las que haceis vanidad de ser confusas; os puedo yo decir con mejor modo que sin la claridad os falta todo?.

Sin claridad no hay obra buena.

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